domingo, 11 de agosto de 2013

LA RIÑA (Una ficción real)

El pasado jueves 8 de agosto, la TV Pública (Canal 7) emitió el último capítulo de “La Riña”, una premiada miniserie de 8 capítulos de duración del cineasta misionero Maximiliano González, situada en el Corrientes de 1935/36, que, junto con otras producciones, es un fruto de los concursos federales impulsados por el Gobierno Nacional, a través del Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios mediante el Consejo Asesor del SATVD-T, en conjunción con el INCAA y la UNSAM, se constituyó en una verdadera bisagra; un antes y un después, en la cultura popular de la Región.

Desde su primer capítulo, el ‘rating’ fue creciendo sin cesar; emitido desde el lunes 29 de julio, bastante pasada la hora anunciada de las 23:30 (iba de lunes a jueves). Crecía, pese a que su hora de inicio también lo hacía (la segunda semana comenzó el Fútbol para Todos) y había que ‘mantenerse despierto’ para no perderse esta -valga la contradicción- gran ‘mini’serie que visibiliza los valores y talentos escondidos en la ‘Argentina profunda’, de la que Corrientes y el NEA todo formaron parte, trágica e indivisiblemente, con el resto del ‘interior’ del País, durante dos siglos.

Pero, ¿por qué “La Riña”?

Como todo fenómeno sociocultural tiene que ser interpretado y explicado; y ni sus causas, su desarrollo ni las conclusiones son unívocas. Siempre serán plurales, provisorias y, necesariamente, incompletas.

La dirección de Maximiliano González, también autor del guión, conserva, durante los 8 capítulos, la fluidez del relato y la coherencia en el ensamble y seguimiento de las distintas historias simultáneas; la cristalina voz de Gisela Méndez Ribeiro; la impecable actuación del elenco -mayormente correntino- que ella encabeza con Luigi Serradori, Miguel Franchi, Mauro Santamaría, Luis Llarens, Éstel Gómez y Dante Sena entre otros; la minuciosidad de la ambientación de época, el vestuario, la formas de hablar y de interpretar (magistralmente, por otra parte) la música; junto con la excelencia de la fotografía, el manejo de cámara y la calidad del sonido, nos hablan de las cualidades y calidades artísticas y técnicas de la obra de arte, que bien podría haber sido un fresco de la época, pero que con los mismos elementos -y modesto presupuesto- logró, a fuerza de talento y sin estridencias, crear un clima épico, como de novela histórica.

Y no es casual que utilice el término “novela”, aplicado a un relato breve; porque, a mi modesto entender, “La Riña” es un ‘cuento-novela’, pues posee esa extraña naturaleza ‘borgiana’ de ser una novela “compactada” dentro del formato de un cuento, que rara vez llegaba o excedía la veintena de páginas de extensión.

Quizás ahí esté la primera explicación del fenómeno-éxito. Con anclaje en la historia, se desarrollan ‘nuestras’ historias imaginadas, supuestamente ficticias, de amores y odios, luchas, abusos, injusticias, sufrimiento, muerte y esperanza, que pasaron en casas en las que reconocemos las cocinas de nuestras abuelas y nuestras tías viejas, tan hermosas como la música que viene de nuestras raíces, o de los sucedidos que, por injustos, nos recuerdan que la cosa, pese al paso del tiempo, no ha cambiado tanto, como los abusos de poder (sean estos de género o de dinero).

Queda claro que ya no es tan fácil acallarnos -y que “La Riña” exista y se proyecte por la TV Pública es una prueba contundente de ello-, aunque animarnos y perderle el miedo al poder, que sólo cambia de nombre, y pelear contra la injusticia siga siendo una decisión personal y social a la vez, que solamente hombres y mujeres de espíritu libre pueden tomar, si son capaces de perseguir la verdad; porque sólo la verdad nos hará libres.

Pero, tal vez, encontremos otra explicación en que, en todo relato, cada episodio -cada anécdota- esconde una parábola,  cada parábola encierra una metáfora y cada metáfora contiene un mensaje. Y la metáfora es la substancia esencial del lenguaje de la poesía, porque es vivencia pura y libre, despojada del corsé del tiempo y el acotamiento del espacio.

Sólo limita esa vivencia, la cantidad de experiencias personales, individuales y colectivas, vividas; si bien se trata de un límite relativo, susceptible de ser ampliado a través de nuestra aptitud de asumir, consciente e inconsciente, como propios, los resultados de la transferencia y contratransferencia de experiencias e ideas compartidas por y con otros y de los eventos, creencias, conocimientos y mitos transmitidos por la cultura.

Desde esta óptica, pierden su sentido racional los términos ‘realidad’ y ‘ficción’; y “La Riña” convocará nuestras vivencias, rompiendo los parámetros éticos y transformando los estéticos en impresiones y sensaciones.

Y descubriremos que esta supuesta ficción es una trampa, desde su mero principio; ya que nos propone como “miniserie” lo que en realidad es una película, difundida en ocho entregas; que desnuda el sentimiento popular, a través de su música, del amor, la traición, la generosidad, las necesidades, el abuso de poder, la violencia y la desesperación de un pueblo, cuya bravura se destacó en infinidad de batallas perdidas, o ganadas a costa de la sangre de los menchos; que la paciencia, la resignación y la “lealtad”, expuestas como virtudes del correntino, son en realidad engaños de la Historia Oficial, para conformar al orgullo del Abá y tenerlo sujeto; y que la única esperanza de vivir el amor o de progresar están más allá. Lejos...

De la interpretación que hagamos de esa Historia vivencial dependerá que nos predispongamos a buscar nuevos horizontes lejanos, que nos resignemos a que “así nomá’es”, o que nos decidamos, de una vez por todas, a tomar el destino en nuestras manos; para que no nos pase lo peor que nos puede pasar, “arrepentirnos, de viejos, de lo que no nos animamos hacer de jóvenes”.

Así, y sólo así, superaremos “La Riña” y la transformaremos en la gran victoria de los correntinos, que supieron vencer a sus propios fantasmas.

Corrientes, 10 de agosto de 2013.


Si aún no la vio, o se perdió algún capítulo, puede verlos en: http://cda.gob.ar/serie/372/la-rina-